Juan 14:21
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”.
En el Jardín del Edén, Dios quiso poner en el hombre el sentido de obediencia. Dios no creó robots obligados a satisfacerlo sino seres con capacidad de elegir amarlo. Le dio al hombre voluntad soberana y es lo que llamamos libre albedrío.
Génesis 3
El Padre se alegra cuando lo elegimos.
El árbol del jardín representa la decisión del hombre de elegir amar a Dios o no. Necesitamos cada día ver ese árbol y darle diariamente a Dios la mayor muestra de nuestro amor.
Nuestra obediencia nos acerca a Él. Nos hace crecer en esa relación. Nuestra desobediencia nos aleja cada día del corazón del Creador.
Por generaciones el cielo siguió esperando obediencia. Sin embargo, cada vez más era común elegir los propios deseos. Todos los días la humanidad no pasa la prueba del árbol. La desobediencia dio paso al pecado, que es como un virus de computadora, afecta el funcionamiento correcto, desvirtuándolo del propósito original. El hombre es incapaz de elegir correctamente, nos llenamos de emociones enfermas. Pensamos mal de Dios y del prójimo.
La obediencia:
- Destruye al enemigo
- Nos acerca a Dios
- Nos hace crecer en nuestra relación con El
Dios hace lo posible todos los días para llamarnos la atención. Nos anhela celosamente. Quiere que regresemos al Jardín de la Amistad.
Santiago 4:10
¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?